Locus amoenus, ciudades utópicas e imaginarias, pueblos que construyen toda una poética (y la lista sigue): la literatura está llena de esto y, en efecto, es uno de sus tópicos (valga la redundancia etimológica) más recurrentes, si no acaso su condición de enunciación e invención. Pero: ¿qué onda Queerland?
Fiel a la tradición del nomadismo que desterritorializa axiomas duros para convertirlos en una performance siempre mudante y que se reinventa cada vez, Queerland no es un espacio localizable en un mapa ni siquiera imaginario o ficcional.
Subvierte géneros (en los múltiples sentidos de la lengua española), reescribe tradiciones, construye una memoria (su memoria): es por eso que Queerland es un espacio político y es a la vez un espacio poético en el cual se nombra y se dice de múltiples maneras un deseo: esto es, un yo poético (una voz) que ama.
Como escribió Tamara Kamenszain: “la poesía dice vida mientras esgrime una única prueba para dar su testimonio: la prueba del presente.” Entonces: poesía dando testimonio de una vida. Poesía que escribe una intimidad. Y en presente. Eso escribe Queerland.
(…)
“Supe que debía ser otra / la lengua; la constitución / posible de mi cuerpo; / los nombres que finalmente / me integraran al nuevo orden”.
Y en ese ‘nuevo orden’ comienza ‘a hacerse’ (es decir: pensarse, dibujarse, escribirse) este yo que estamos escuchando: “Pensé, entonces, en pensarme / y algo como un dibujo / comenzó a plasmarse. // Una primera / persona singular: carne / y huesos.” Y de esta manera, con esa yo, Queerland comienza a escribirse y Queerland a inventarse: “Sólo me queda / por hacer un espacio nuevo / con lo descubierto: aquello / que está del lado criminal / en donde nací, sin siquiera / sospecharlo.”
(…)
[Pero] Queerland y Queerland son lo mismo porque el primero sólo pudo escribirse desde el segundo y éste a su vez es fundado por aquel: esto es, inventado y reinventado cada vez, en cada inflexión de la voz, en cada punto de fuga, en cada relato, en cada poema, en cada instante de intensidad, en cada detalle íntimo, en cada modo de nombrar el deseo y en cada manera de escribir el yo enamorada.
Javier Gasparri
Queerland, Agosto 2009
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