martes, 24 de abril de 2012

Carver sobre Chejov



Gracias a este lindo oficio de ser librero uno se la pasa charlando de libros con amigos, clientes, visitantes ocasionales. Y entre charlas surgen comentarios sobre libros dífíciles de hallar. Esta mañana un amigo me acerca "Sin heroísmos, por favor" de Raymond Carver editado en el 2005 por Bartleby Editores en Madrid. El libro recoge poemas,ensayos, relatos, etc. Leí uno sobre Chejov que me encantó, no por lo original, sino porque delata el fanatismo de Carver por la obra de Chejov. Amo esos textos donde un escritor habla de un modo muy "proselitista" de otro. Así que pensé en compartir este texto en nuestro blog, no dilato más la llegada del texto de Carver.



CHEJOV, ESE DESCONOCIDO


Después de leer "La dama del perrito", Maxim Gorki escribió lo siguiente: "En comparación, la obra de otros autores me parece tosca, escrita con un palo, no con una pluma. Todo ha dejado de parecerme auténtico".

Si le preguntas a cualquier especialista (un escritor, un estudiante, un profesor de literatura o un crítico) verás que todos están de acuerdo: Chejov es el mejor escritor de relatos de todos los tiempos. Son varias las razones. No se debe sólo a la gran cantidad de relatos que ha escrito (no tantos, de todos modos. Otros han escrito más), sino a la pasmosa frecuencia con que logra obras maestras que nos absuelven, nos deleitan y nos emocionan. Capaces de desnudar nuestras emociones de un modo que sólo está al alcance del auténtico arte.

La gente se refiere a veces a la SANTIDAD de Chejov. Bien, pues no era ningún santo, cualquier que haya leído una biografía suya puede decírtelo. Perso sí que era un consumado artista.

Una vez le advertía a otro escritor: "Asoma la pereza entre tus frases. No las trabajas como deberías y lo sabes. Eso es lo que diferencia al arte".

Los relatos de Chejov siguen siendo tan necesarios como la primera vez que se publicaron. Dan cuenta de la conducta humana de su tiempo con una precisión increíble; de ahí su validez para cualquier época. A quien le guste leer, quien crea, como uno mismo, en la trascendencia del arte, tarde o temprano acabará por leer a Chejov. Y puede que esa sea su mejor experiencia.